Sé que quieren oír mi historia personal
de sangre sudor y llanto. Siempre dan las hadas y los villanos algo de qué hablar. Y no es que fuera caprichosa la señora de la barra que siempre reclamaba la misma canción al bandoneón. Es la dueña de mi corazón, que sólo a mí me enseña lo que le esconde a todo dios. ¿Quién no sueña con lindos dramas de amor que derramen la quimera sobre la razón? Pues no hay estrella, sin resplandor. He llegado a la conclusión de que el amor sólo nos llama la atención si las heridas arden y las cenizas se esparcen en el aire. La tristeza, idioma de amor, y eso suena a broma, llena de contradicción. Todavía el sultán de ahí detrás no aprendió que sientan mejor los besos si su eco es duradero y no hay por qué gastar ni un peso, y no es que me falte el aliento para decirte que te quiero, que mi sino cayó a un abismo de rosas el día que di contigo. Es mi manera de crear expectación, como tantas cosas Dios, como tantas cosas Dios, como tantas cosas Dios... ¡De la chistera se sacó! |