De momento, mi cuerpo está a salvo,
a merced de un misterioso vaivén. Arropan mi esqueleto la piel y los huesos, y no sé por cuánto tiempo... La causa de mi insomnio, el incordio de la pausa, está tan dentro, que ni cien lupas alcanzarían la herida de mi cerebro. Busco refugio para mis sueños. Dudo que el mundo fuera lugar seguro para ninguno, tal vez, de estos engendros que nacen del anhelo y la sed que me dejó tu recuerdo. Resultó no ser tan fácil ocultarle al corazón la ley que inventé para ti, que ni mil reglas podrían contener su rebeldía. Busco ese baúl donde no quepa la luz. El polvo será mi sereno. Busco refugio para el invierno. |